Tics nerviosos
Los tics nerviosos son movimientos involuntarios e inconscientes que aparecen, habitualmente, tras una contracción muscular. Pueden darse en diferentes grupos musculares, lo que implica que pueden aparecer en distintas zonas del cuerpo.
En ocasiones se pueden frenar o incluso evitar, aunque esto precisa de un gran esfuerzo. Lo habitual es que se produzcan de forma repetitiva e intensa, sobre todo ante situaciones estresantes.
Algunos de los movimientos asociados a los tics nerviosos son:
- Movimientos laterales de la cabeza.
- Muecas faciales.
- Levantar las cejas.
- Repetir continuamente una palabra.
- Carraspear o toser de forma continua.
- Aleteo de las fosas nasales.
- Morderse los labios.
- Aumento de la frecuencia de parpadeo.
- Estirar un brazo repetidamente.
Los tics son más habituales de lo que puedas imaginar. De hecho, entre un 6 y un 11 % de la población los tiene o los ha tenido en alguna ocasión. Se les asocia un componente genético hereditario, por lo que si hay antecedentes es frecuente que otros miembros de la familia también los tengan.
Al contrario de lo que se piensa, el consumo de estimulantes como el café o las bebidas de cola no tiene una influencia significativa en ellos. Su razón de ser se explica en las conexiones que hay en los ganglios basales, una estructura del cerebro. No obstante, algunos factores ambientales y autoinmunes pueden influir en la aparición de los tics nerviosos.
Si bien no hay que darles mayor importancia a estos tics, también es cierto que pueden convertirse en un problema crónico.
Su presencia suele ser bastante molesta, aunque normalmente son pasajeros. Si se cronifican, pueden desencadenar problemas de angustia y ansiedad que los empeoran.
Tipos de tics nerviosos
Existen diferentes grados y tipos de tics nerviosos. Los más habituales se presentan en la cara, sobre todo en el ojo o en el labio. Suelen ser gestos muy pequeños y simples, aunque en algunas ocasiones resultan exagerados y continuos.
Tomar la decisión de tratarlos o no depende de su severidad y de su impacto en tu calidad de vida.
Aunque los más frecuentes son esos pequeños gestos que mencionábamos, también pueden manifestarse en forma de incontrolables y repentinos sonidos. Tras el descanso nocturno mejoran, y en situaciones estresantes y con fatiga empeoran.
Aunque los trastornos del movimiento se asocian a la alteración de los ganglios basales, puedes diferenciarlos en base a sus peculiaridades:
- Distonías. Son movimientos musculares mantenidos que producen posturas anómalas y en una dirección en la cara, el brazo, el cuello… Pueden producirse en cualquier zona del cuerpo, pero suceden con mayor frecuencia en la región cervical.
- Mioclonías. Estos movimientos son repentinos, bruscos y muy breves. Se producen como una especie de sobresalto. Son habituales en uno o en los dos párpados, especialmente en el inferior. Se manifiestan como un temblor leve durante unos segundos o pocos minutos.
En la actualidad se desconocen las causas exactas que producen los tics nerviosos que no están asociados a otras patologías. Algunas de las más habituales son el síndrome de Gilles de la Tourette o la enfermedad de Huntington.
Otra clasificación de los diferentes tipos de tics nerviosos es la siguiente:
- Tics motores simples. Son los más habituales entre la población general. En ellos interviene un reducido grupo muscular (cejas, párpados, brazos o manos).
- Tics fónicos simples. En estos tics los pacientes emiten sonidos involuntarios. Los habituales son bufidos nasales, tos, resoplidos o carraspeos.
- Tics motores complejos. Corresponden a aquellos en los que se combina la contracción de varios grupos musculares. Esto provoca que una persona pueda dar saltos, golpes, se contorsione o que imite a otra persona con la que interactúa. A esto se le denomina ecopraxia.
- Tics fónicos complejos. Consisten en una repetición automática de una o varias palabras. Lo habitual es que sean improperios, insultos o palabras soeces.
- Síndrome de Gilles de la Tourette. Es un trastorno genético que se caracteriza por varios tics simples y complejos tanto fónicos como motores. Además, también se asocian conductas relacionadas con el trastorno obsesivo compulsivo y el déficit de atención e hiperactividad o TDAH.
Síntomas
Los tics nerviosos, como hemos comentado, suelen ser motores o fónicos. Si los padeces, probablemente tengas movimientos involuntarios o emitas sonidos o palabras sin intención de hacerlo.
Suelen ser transitorios y se pueden suprimir con algo de empeño. De hecho, algunos niños los tienen solo cuando están en casa. No obstante, ese esfuerzo por eliminarlos suele generar ansiedad.
Además de ese estrés que se puede sentir cuando se tiene un espasmo muscular incontrolado, puede aparecer otro síntoma relacionado: el bruxismo. Este es un trastorno que te lleva a apretar los dientes, a crujirlos o a rechinarlos. Lo más habitual es que suceda mientras duermes, pero también puede pasar a lo largo del día.
En caso de que sientas que los movimientos son incapacitantes y muy llamativos, nuestra recomendación es que acudas a un especialista.
Tratamientos para atenuar los tics nerviosos
En la mayoría de los casos, los tics nerviosos remiten por sí mismos en un corto espacio de tiempo y sin necesidad de aplicar un tratamiento. No obstante, si estos interfieren de forma significativa en tu día a día y son más persistentes, se pueden utilizar diferentes estrategias para eliminarlos.
Lo habitual son los tratamientos psicológicos y/o farmacológicos.
Estos tratamientos no están estandarizados, sino que dependen de cada paciente. Varían en función de la clase de tic, de su persistencia en el tiempo o su gravedad. El abordaje terapéutico suele ser:
- Terapia psicológica de prevención de la exposición y respuesta. Las personas consiguen identificar cuándo va a aparecer el tic y utilizan movimientos incompatibles para contrarrestarlo e impedir que se produzca.
- Tratamiento farmacológico. Se suelen utilizar relajantes musculares, toxina botulínica, ansiolíticos y antidepresivos. Este tratamiento puede complementar al anterior.
- Estimulación cerebral profunda. Consiste en implantar un dispositivo cerebral que reduzca tanto la intensidad como la frecuencia de aparición de los tics mediante estimulación eléctrica. Estos tratamientos suelen utilizarse cuando los anteriores no se han mostrado eficaces y suponen un problema en la calidad de vida de los pacientes.
A pesar de los tratamientos mencionados, es conveniente recordar que los tics nerviosos suelen ser benignos y no precisan intervención médica o psicológica. No obstante, si se agravan puedes recurrir a un especialista para que lo pueda valorar.